miércoles, 13 de octubre de 2010

Aspectos positivos y negativos

¿Qué cosas positivas tiene la universidad?

Esta pregunta fue la propuesta como primer ejercicio en la clase inaugural de la asignatura. Lo sorprendente no fue la pregunta, sino nuestra reacción. Nos miramos sorprendidos los unos a los otros (éramos tan sólo cuatro alumnos) no por la pregunta, sino porque no sabíamos qué responder. La explicación que nos dio el profesor fue bastante ilustrativa: nos cuesta trabajo hablar de las cosas buenas, pero nos resulta bastante fácil hablar de las cosas malas. Y así sucedió.

En mi opinión, lo positivo que trae la universidad es el contacto con gente. Gente que comparte el mismo camino y que busca idéntico objetivo al que tiene uno mismo. Pienso que este contacto es positivo porque me permite darme cuenta de que no soy un caso único y que hay otros como yo. Es decir, me siento identificado (del latín ídem, que significa “lo mismo”) con mis compañeros y a estas alturas ya sabemos que el sentimiento de comunidad reconforta.

Como señalaba al principio, aspectos negativos hay infinitos, dependiendo del ámbito al que nos refiramos (sistema educativo como tal, infraestructuras, contenidos, etc). Un primer aspecto negativo que veo es relativo al sistema educativo en general. Las clases parecen, literalmente, misas: acudes al aula, escuchas el sermón y luego tratas de reproducirlo lo más fielmente posible en un papel a final de curso. Ideal sería un modelo más parecido al que propone Ivan Illich, donde cada cuál se forma cuando quiere, como quiere y sobre lo que quiere. Aunque como eso sería más bien utópico, no estaría mal un mayor grado de flexibilidad en el sistema educativo, máxime cuando hemos alcanzado un punto tal en el que la educación ya no se reduce a un único periodo concreto sino que se extiende a lo largo de toda la vida.
Otro aspecto negativo, que es derivado de esta idea de extender la educación a lo largo de toda la vida, y comprende a mi circunstancia personal es que debo compaginar estudios y trabajo. No le recomiendo a nadie que lo haga: cuando estás en el trabajo, estás con la mente puesta en las tareas de la universidad y viceversa. Es por ello que según se encuentra el sistema educativo en la actualidad resulta bastante duro realizar ambas tareas de forma simultánea.

Por último, debería hablar de las cosas a mejorar de la universidad, pero es evidente que señalando aspectos negativos, éstos son candidatos ideales para una posible mejora. Quizá, añadiría aumentar el número de becas, o proporcionar una especie de beca-sueldo (no de las que se devuelve, sino a modo de compensación por dejar hueco libre en el mercado laboral con el fin de revalorizarme como capital humano) para aquellos que estudiamos, pero que tenemos cargas familiares.

Y, bueno, hasta aquí una primera entrada del blog. Espero que pronto haya muchas más.

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