viernes, 29 de octubre de 2010

Huelga en Francia

... en el poder de la protesta estudiantil.

En la pasada clase del 18 de octubre de “Sistema económico mundial” desvelabamos los conflictos políticos presentes en las primeras páginas de los periódicos.
Entre otros temas, se habló de la huelga francesa contra, entre otras, la decisión del gobierno francés de retrasar la edad de jubilación. Nos adentramos así en la especificidad de la sociedad francesa a la hora de protestar contra determinadas decisiones adoptadas por un gobierno que, considera, no responde a sus necesidades.


A modo de aportación personal, recuerdo mi último año de Bachiller que, junto con la secundaria, cursé en San Juan de Luz, en el sudoeste francés.

Recuerdo cómo a los españoles internos nos sorprendieron las protestas y manifestaciones de marzo del 2006 contra la Ley del Primer Empleo, obligando así a retirar la polémica ley de contratación. La imagen era la misma que la vista en los periódicos de estas semanas pasadas: jóvenes manifestándose, cerrando la entrada de institutos y universidades con los denominados “blocus”, luchando contra lo que consideran un atentado contra su futuro.
Así, la actual lucha de los jóvenes franceses me recuerda a la vivida en marzo de 2006, asi como ambos movimientos nos llevan al Mayo de 1968. De hecho, son los propios jóvenes quienes se refieren a ella subrayando su capacidad de acción.

Pese a ello, existen diferencias en dichas manifestaciones y protestas juveniles. Mayo 68 significó una luz contra la opresión del pleno empleo industrial, mientras que las experiencias de 2006 y 2010 surgen ante la crisis de pleno empleo. Se lucha por una mayor seguridad laboral, contra una tardía edad de jubilación que, en consecuencia, acaben sufriendo también los jóvenes actualmente en formación.

Reflexiono, entonces, a propósito de la ausencia o casi inexistente movilización de los jóvenes españoles donde cualquier coste supone una gran pérdida que no estamos dispuestos a sufrir por el mero hecho de luchar por nuestros intereses. Hemos adoptado la mentalidad del “laissez-faire” sin el mayor movimiento para hacerse tener en cuenta.
Mientras la sociedad española sigue desconfiando y protestando, sí, pero en ausencia de lucha alguna, el país vecino nos recuerda, con actos como los vividos estas semanas, que la movilización no es sinonimo de guerra en vano.

Me pregunto qué estamos haciendo los jóvenes estudiantes, principales sujetos de la precaria situación, mientras nuestros vecinos se hacen oir ocupando sus protestas las primeras páginas de los periódicos europeos.
Mientras lo averiguo, me quedo con la actualidad que están otorgando los adolescentes parisinos a la Comuna de Paris.

Laura.


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