jueves, 27 de enero de 2011

[FINANZAS Y PETRÓLEO] O [ANTIGLOBALIZACIÓN Y AGROECOLOGÍA]

[FINANZAS Y PETRÓLEO] O [ANTIGLOBALIZACIÓN Y AGROECOLOGÍA]
Vivimos en tiempos difíciles en los que, sin duda, las esencias de nuestras desazones pueden escribirse en clave económica. Es por ello que, pese a que el sistema financiero mundial resulta ser un tema manido, también es interesante, y lo es precisamente por lo que de desconocido tiene. Hasta tal punto es así que no resulta posible llegar a entenderlo en su totalidad en unos pocos minutos, en unas líneas inciertas. Su complejidad nos desborda y tendemos a simplificarlo sin pensar demasiado en todo lo que implica. Sin pensar en que implica demasiado.
Por eso es de agradecer que alguien se preocupe por tratar de contarnos a qué viene todo este embrollo en que nos hemos metido, qué es esto de la crisis financiera, cuáles son sus causas. A priori, pareciera que varias se nos presentan como posibles: Las políticas monetarias, la falta de competitividad en la oferta productiva, la deuda de determinados países que termina por generar déficit, la crisis estadounidense de las hipotecas subprime o la caída del Muro de Berlín que acaba por configurar un sistema económico único, homogeneizado y hegemónico bajo el mando la potencia estadounidense.
Y, sin más, en medio de todo esto España se sumerge y naufraga. Con otros tantos países de la periferia europea, a nosotros también el futuro se nos presenta incierto, desolador, gris. Hasta que nos encontramos sumidos en un entorno en que la ficción de los mercados financieros ha generado una sobredemanda de dinero que, si bien ha mejorado el sistema productor, también ha dificultado su gestión y ha generado una euforia irreal que nos pone en peligro a todos.
La maraña de euromercados, bolsas, divisas y mercados de derivados se retuerce a nuestro alrededor generando una opacidad nunca antes vista, hasta que la búsqueda de culpables marea, ya no encontramos más que fantasmas.

Es por ello, entre otras cosas, que en los últimos tiempos se legitiman y resurgen con fuerza los movimientos críticos a un sistema que zozobra y parece resquebrajarse. Y no nos extraña que los movimientos antiglobalización encuentren su razón de ser en las consecuencias negativas que del sistema económico mundial en que vivimos se desprenden. Claro que en un sistema en que la información se nos presenta fragmentada, manipulada e insuficiente y la competencia es, como mínimo, desigual, la acumulación de capitales potencia y fomenta injusticias distributivas que vienen a configurar el, tantas veces denostado, mundo del 80/20.
Añadido a esto se suman infinidad de consecuencias adyacentes y no menos preocupantes: Desde el aumento y fortalecimiento de las redes criminales globales hasta la falta de legitimidad de instituciones reguladoras a nivel mundial. Todo ello sucediéndose sin pausa en un escenario desolador en que podríamos hablar de una absoluta “desgobernanza planetaria”, si se me permite el invento lingüístico. Sin olvidar, en este periplo por las desgracias mundiales, la preocupante homogeneización cultural del pensamiento único hegemónico ni; por supuesto, la búsqueda constante de la rentabilidad a corto plazo, sea esta encontrada mediante especulación voraz o la desconsideración absoluta de las condiciones ambientales de un planeta que se supone es nuestro hogar, aunque a veces se nos olvide.
En esta línea podemos encontrar todo un abanico de respuestas en forma de la llamada resistencia agroecológicaque dan forma a otro modo de consumo más responsable que no ponga en peligro, con cada cucharada de sopa de sobre, una parte de nuestra ecología, al mismo tiempo que acrecienta, unos kilómetros más, la brecha entre los muchos que tienen poco y los pocos que tienen demasiado.
Pese a que se trata de una cuestión, la agrícola y medioambiental, conocida en parte por todos, necesitamos que se nos dejen las cosas claras una vez más. Mil gracias a aquellos que, sea una vez y por 20 minutos, o sea de forma constante y por toda la vida, siguen empeñados en hacernos ver los mil y un perjuicios que en el interior de un sistema transgénico nos amenazan.


Claro que esto no queda aquí, pudiera resultar quizás más cercano el problema del desempleo, que a todo lo demás se une. Una herida estructural en España pero que, desde la UniónEuropea, se sostiene y alimenta o, al menos y desde luego, no se soluciona en ningún modo.
En este caso también nos encontramos con un problema de gravísima trascendencia que no terminamos de comprender y cuya necesaria explicación nos ofrecería un primer acercamiento que pudiera, más adelante, cristalizarse en el surgimiento de posibles soluciones.

Y es que, en resumen, la interconexión palpable de la integración económica global nos lleva a conocer problemas lejanos que nos afectan de manera directa, como es el caso de los países del Caúcaso, en los que podemos comprobar ya como la existencia de petróleo en grandes cantidades convierte en estratégico y vital un punto que, de otro modo, quizás pudiera pasar desapercibido.

Pero, y para concluir, lo más duro de todo esto es que YA LO SABEMOS, que no nos sorprende, que no nos emociona, que no nos horroriza. Nos hemos habituado a escuchar y leer, sin entender demasiado, como tiramos el mundo por un vertedero de no reciclaje. Os propongo algunos enlaces para un consumo másadecuado y responsable, o una antiglobalización activareivindicadora. No dejemos de pinchar. No dejemos de gritar.

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