lunes, 31 de enero de 2011

Resumen del trabajo de las drogas.

"Ninguno nace libre de vicios; y el hombre más perfecto es aquel que sólo tiene los pequeños" (Quinto Horacio Flaco).


Resumen del trabajo de las drogas.


Gracias a Roberto por darme una segunda oportunidad y poder exponer el trabajo, gracias a Maddie por preocuparse por la situación del grupo y por intentar poner remedio y perdón al grupo de las economías sumergidas por quitarles tiempo en su exposición.

Las drogas, presentes en nuestra cotidianeidad (presencia en los medios de comunicación o instauración de hábitos sociales) tienen cada vez un mayor desconocimiento por parte de la sociedad, bien sea por el lenguaje científico que de las publicaciones realizadas sobre ellas, bien sea por los prejuicios sociales que se vierten sobre algunas de ellas.

Éstas son buenas razones para indagar sobre ellas, empezando por la definición de droga de la OMS: Toda sustancia que una vez introducida en el organismo es capaz de alterar el normal funcionamiento del SNC y, además, es propensa de crear adicción psicológica, física o ambas.
Como aclaración apuntar que: primero, hay no sustancias que crean adicción y daños (televisión, juego…); y segundo que el SNC es el encargado de desarrollar las funciones básicas del organismo, siendo elementales para ello las neuronas, las cuáles son destruidas por las sustancias tóxicas que constituyen las drogas al atravesar la Barrera Hematoencefálica. Además, crean adicción, primero por sus efectos placebos (dependencia psicológica) y luego por los efectos adversos que conlleva su ausencia en un organismo acostumbrado a su presencia (síndrome de abstinencia que manifiesta la dependencia física).
Generalmente se acepta como clasificación de las drogas aquella que se fundamenta en los efectos que generan, distinguiéndose entre drogas estimulantes (despierta el funcionamiento del SNC), depresoras (lo inhiben) y alucinógenas (alteran el estado de consciencia). Pero la clasificación que ha servido a la medicina para presionar a las instituciones políticas para ilegalizar el comercio de las drogas ha sido la que ha distinguido entre drogas blandas (generan poca dependencia y vagos daños al organismo) y duras (generan mucha dependencia y serios daños al organismo).

Desde un enfoque sociológico hay que apuntar que las drogas están en relación con la Humanidad desde el año 5000 aC (aproximadamente), con el consumo de alcohol como hábito social en Roma y Grecia (Simposios/Dionisio), de la adormidera en el campo de la medicina en Arabia o la hoja de coca en las civilizaciones precolombinas en rituales religiosos, sociales y medicinales; es un consumo moderado y restringido a tales rituales.
En la época moderna, con los cambios estructurales en la producción, los Estados europeos se expanden a modo de Imperio hacia estas regiones, mercantilizando este consumo y producción arraigados como recurso cultural en las culturas nativas. Esto origina una expansión de las drogas por todo el mundo y el cruce de conflictos como las Guerras del Opio a mediados del siglo XIX, lo que evidencia que las drogas han sido un pilar de las economías de estos Imperios.
En la contemporaneidad, con nuevos grandes cambios estructurales en el seno de la sociedad, el consumo de drogas se materializa bajo las premisas del consumismo del Sistema Mundo, siendo mucho de este consumismo incitado por unos cambios sociales que desencajan a una generación de jóvenes que se reivindican con la contracultura hippie en la década de 1960. Un hecho sustancioso es el caso del comercio de drogas clandestino que se organiza en torno a los soldados que vuelven de la Guerra de Vietnam (1964/75), los cuales han sido drogados para envalentonarse a combatir en una batalla que nunca han comprendido, lo que supone las bases del comercio ilegal de las drogas aunque después se intente frenar con el uso médico de la metadona. El Estado quiere desanimar al consumo de drogas y para ello se organizan cumbres internacionales durante la segunda mitad del siglo XX en las que se acuerda una lista de sustancias ilegales, un marco jurídico-internacional de colaboración para perseguir a los narcotraficantes, la necesidad del uso de las drogas en la farmacología o la fiscalización de este mercado. Como consecuencias a esta ilegalización destaca la inestabilidad, corrupción, violencia, abuso de la desgracia… que los narcotraficantes generan en los países productores de las drogas, que son países deprimidos y marginados en el Sistema Mundo; mientras que por otro lado hay que señalar la persecución, estigmatización social y marginación del drogodependiente o del consumidor. A modo general hay que resaltar el encarecimiento (sujeta al capricho del narco) y la mala calidad de la droga (adulterada con sustancias más peligrosas que la propia droga), y la hipocresía del Estado que, en nombre de la salud pública, ilegaliza unas drogas mientras que legaliza la más dura: el alcohol (la droga que más muertes provoca, más vida destroza y la única capaz de matar por el síndrome de abstinencia), o la más adictiva: la nicotina (incorporadas a los cigarrillos con más de 4 mil aditivos que incrementan la adicción).

Como ejemplo extraordinario de las consecuencias que genera la ilegalización y legalización del consumo de drogas está la Ley Seca (1920/33), promulgada ante la presión de las instituciones médicas. Tras la prohibición de alcohol emerge una industria del alcohol al margen de la ley, capitaneada por las organizaciones gansterianas (Al Capone-Chicago), se produce un aumento de la delincuencia, emerge el contrabando de licor en las fronteras y las destilerías clandestinas se dispara; todo ello encarece el alcohol y empeora su calidad. Ante estos resultados la ley se deroga desmantelándose rápidamente las organizaciones gansterianas  (dejan de tener razón de ser), se desmantela el tabú social en torno a una droga prohibida (hasta el punto de que hoy su consumo es asumido con normalidad por la cultura occidental), emerge una industria poderosísima a nivel comercial que genera miles de puestos de trabajo y el Estado controla la calidad del producto.
Tomando como referencia el caso de la Ley Seca podemo concluir: en primer lugar que la bondad o maldad de las drogas está en el uso que se haga de ellas,  y en segundo lugar que el prohibicionismo no ha obtenido los resultados esperados, por tanto, es necesario legalizar el comercio de las drogas para acabar con los narcotraficantes, mejorar la calidad de las sustancias, controlar su producción, comercio y consumo bajo la ley del Estado, reafirmar la privacidad y libertad del ciudadano…
Pero ¿todos aquellos que han trabajado y trabajan en la “guerra contra las drogas” estarían dispuestos a asumir su error para defender un comercio legal de las drogas bajo la ley del Estado?
Es difícil que ello suceda sobre todo porque legalizar el comercio de las drogas supondría evidenciar las pautas viciosas y enfermizas de un sistema que incita al consumo por consumo enviciando a la Humanidad a un gasto abusivo para sostener una superproducción que fabrica excedentes. Si el comercio de las drogas se legalizara se consumirían bajo esas mismas dinámicas viciosas, de tal manera que los consumidores sucumbirían a la adicción de tales sustancias, mientras que si su comercio es ilegal tales dinámicas del sistema quedan encubiertas y asumidas por el inconsciente social. Es el capitalismo el vicio y, por tanto, la enfermedad contra la que habría que luchar.

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