miércoles, 5 de enero de 2011

Ciencia y praxis

Ciencia y praxis

En Manual de Economía Política, Longo parte de la definición de ciencia de Schumpeter (idealista) para teorizar desde el materialismo sobre la actividad científica. Gino Longo comienza por detallar tres rasgos característicos del conocimiento científico:
-         El primero es que se trata de una auténtica descripción y al mismo tiempo una explicación. Eso evita que la ciencia sea un simple conjunto de definiciones.
-         En segundo lugar advierte que más que explicar el mundo, su objetivo es el de comprender el mundo real partiendo de la propia realidad que existe con independencia de la conciencia humana.
-         Finalmente, considera que el conocimiento científico es una parte de la actividad humana. No es ni puede ser un fin en sí mismo. El fin de la ciencia es conocer el mundo real para poder modificarlo de acuerdo a sus necesidades. Avisa del peligro de valorar sus resultados mediante el criterio de utilidad y no el de la verdad ya que, según Longo, esto menoscabaría nuestra cognición y perjudicaría nuestra actividad práctica.

Así llega el autor a esquematizar la relación entre ciencia y práctica de modo que considera que la actividad cognoscisitiva basada en criterio de verdad lleva a la cognición e interpretación del mundo real y de dicha comprensión se produce la praxis capaz de modificar la realidad. Diferencia, por tanto, el conocimiento como una investigación individual de la acción práctica que es colectiva llegando a afirmar que la realización de ambas actividades nunca puede ser simultánea. Ahora bien, ya que las dos cosas son realizadas por un animal social ambas tienen en común su carácter social, su finalidad respecto a la sociedad.

Finaliza el ensayo citando a Einstein para defender la idea de que la ciencia como conocimiento objetivo es una de las cimas más altas a las que el hombre puede aspirar.

Podríamos valorar el escrito como un texto inmerso en una corriente positivista que aprecia la ciencia como última fase del conocimiento. Identifica ciencia con progreso, llegando al culto y manteniendo con el método científico una cierta relación de religiosidad muy propia de los afines al marxismo. Pero lo que más llama la atención es la esquematización y separación de la vertiente de investigación, que Longo considera ciencia, de la aplicación de esos conocimientos para transformar la realidad, que el autor parece excluir del ámbito científico y la deja en mera praxis. ¿Acaso investigar no es una acción, una práctica? Es difícil dejar fuera de la ciencia a la puesta en práctica de conocimientos básicos de la realidad para cubrir una serie de exigencias del propio ser humano. Desde mi punto de vista, aquellos que han conseguido hacer trenes más rápidos, por poner un ejemplo, son científicos también y no han descubierto la rueda, la electricidad o las leyes más básicas de la mecánica o la aerodinámica. Utilizan la ciencia y hacen ciencia. Además, si la ciencia no es una práctica, ¿qué es? No entra en la cabeza fácilmente el hecho de que investigar no sea una acción práctica.

En consecuencia, esa separación que excluye a la acción práctica de la ciencia es bastante polémica. La división entre investigación y puesta en práctica es bastante evidente, pero cuesta entender porque ciencia es únicamente comprender y no lo sea la posterior utilización del conocimiento científico.

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