miércoles, 5 de enero de 2011

Reseña de "En busca del fuego"

Reseña de "En busca del fuego"

En busca del fuego (Jean-Jacques Annaudme, 1981) ha sugerido varias cosas. Podría empezar hablando del poder que concede poseer el fuego en un momento tan primitivo como el que recrea la película, pero más allá de lo obvio me han llamado la atención especialmente dos cosas. La primera de ellas ha sido el momento en el que el sexo se humaniza, cuando la chica gira lentamente y se pone de cara a su pareja. Recuerdo que en clase se dijo que el hombre era la única especie que puede practicar sexo mirando a los ojos de la otra persona, pero no es verdad. Al menos que yo conozca hay un primate cercano al hombre en la evolución, llamado Bonobo (Pan panicus) que, aparte de tener más de 200 contactos sexuales diarios es capaz de tener sexo con sus parejas mientras se miran de frente. Dejando a un lado esta puntualización, el momento del que hablo me ha parecido maravilloso. Ha sido como ver la metamorfosis del gusano en mariposa, o el paso de la primavera frente a un invierno marchito. El acto salvaje e instintivo de aparearse pasa a ser una manifestación sentimental de amor hacia la otra persona. El profesor Juan Carlos Monedero nos dijo hace un par de años que el hombre se diferenciaba de los animales especialmente por dos aspectos: el hombre había hecho del sexo, erotismo; y de la muerte, trascendencia. Quizás por ese apunte tan valioso del profesor Monedero he reparado especialmente en este detalle de la película.
El otro aspecto que me ha entusiasmado ha sido la risa. Esto sí que es algo que yo tenía entendido que sólo podía hacer el hombre: reírse. Me ha llamado la atención porque en un primer momento sólo lo hacía la chica, quien por cierto, también demostró tener un lenguaje más avanzado que sus compañeros de viaje (además de conocer remedios naturistas para los mordiscos en sálvese la parte). Posteriormente el resto adquirieron la risa y el sentido del humor. Ver cómo se reían esas cuatro criaturas por la broma de la piedra me ha parecido absolutamente maravilloso.
En estos primeros dos párrafos coinciden dos dimensiones del hombre que sólo pudo adquirir mediante algo que queda perfectamente reflejado en la cinta: la evolución por el intercambio. Para mi es otra de las claves sin duda de lo que ha sido y es el crecimiento del ser humano. El contagio de conocimientos, la mezcla de culturas, el apoyo mutuo y, al fin, la solidaridad con el semejante. Obviamente no me refiero a las luchas salvajes entre tribus, sino al choque que se produce entre los tres homínidos que buscaban el fuego y el pueblo que pintaba su cuerpo. Desde el principio se veía que estaban en escalones evolutivos distintos por varios rasgos que se apreciaban en una tribu y no en otra: el lenguaje mucho más perfeccionado de la chica, su risa, el hecho de que parecen ser sedentarios gracias a sus cabañas (genialmente ideada la situación estratégica del poblado, junto a una trampa natural de arenas movedizas frente a posibles ataques externos), iban desnudos (en principio me imagino por el hecho de tener cabañas donde resguardarse del clima adverso) y tenían menos pelo en el cuerpo. Como si se trataran de Rómulo y Remo mamando de Luperca, los tres protagonistas fueron adquiriendo aquellas cosas que podían incorporar a su zurrón de conocimientos, llegando incluso a pintarse como ellos; y, al fin, aprendiendo a encender fuego.En definitiva, una película que ahonda en los orígenes de lo Humano, reflejando sus demonios pero sobre todo sus ángeles de una forma tierna y realista.

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