75 años de Monopoly
El profesor Carballo hablaba el otro día del poker y del capitalismo con el punto común de la lógica del juego. Precisamente hoy escuchaba en la radio que el famoso juego de compra/venta y especulación con las calles más famosas del mundo cumple 75 años. Se trata del juego de mesa más vendido de la historia. ¿Hay juego que traslade mejor el espíritu del capitalismo a la mesa camilla que el Monopoly?
El juego consiste básicamente en arruinar al resto de participantes. Como el sistema económico vigente, el Monopoly es juego de suma cero en el que para que uno gane, el otro tiene que perder. Además las estrategias más habituales son las alianzas entre los poderosos de la mesa, los prestamos con intereses abusivos para aquel concursante que está agonizando, las inversiones en ladrillo y, como último recurso, la introducción de la mano en la banca. Exactamente, "como la vida misma".
Sin duda el éxito del juego radica en que el jugador puede hacer sobre el tablero todo lo que no hace en el mundo real. Se guía por el instinto de la competición más feroz basada en la destrucción del adversario. Sólo se gana si el otro muere. No hay compasión si caes en una de mis casillas porque si tu consigues algo, yo lo estoy perdiendo. Las alianzas no son para ganar en equipo sino para tratar de neutralizar a un competidor durante un rato de la partida. Tu socio también deberá ver números rojos en su cuenta si no quieres verlos tu en la tuya. Y la verdad es que todos nos movemos como pez en el agua en ese entorno de negOCIO. De repente sumamos sin calculadora, exactamente igual que cuando recogemos los billetes de nuestro cajero automático para saber si esa máquina nos ha engañado. El mazo de billetes te hace sentir un campeón aunque enfrente tuya tengas a tu amigo en la realidad sufriendo por tener que pagar la usura.
Por suerte todo lo anterior es sólo un juego de mesa. Por desgracia ese juego es un plagio de las reglas del juego neoliberal. ¿Quieres seguir jugando?
El juego consiste básicamente en arruinar al resto de participantes. Como el sistema económico vigente, el Monopoly es juego de suma cero en el que para que uno gane, el otro tiene que perder. Además las estrategias más habituales son las alianzas entre los poderosos de la mesa, los prestamos con intereses abusivos para aquel concursante que está agonizando, las inversiones en ladrillo y, como último recurso, la introducción de la mano en la banca. Exactamente, "como la vida misma".
Sin duda el éxito del juego radica en que el jugador puede hacer sobre el tablero todo lo que no hace en el mundo real. Se guía por el instinto de la competición más feroz basada en la destrucción del adversario. Sólo se gana si el otro muere. No hay compasión si caes en una de mis casillas porque si tu consigues algo, yo lo estoy perdiendo. Las alianzas no son para ganar en equipo sino para tratar de neutralizar a un competidor durante un rato de la partida. Tu socio también deberá ver números rojos en su cuenta si no quieres verlos tu en la tuya. Y la verdad es que todos nos movemos como pez en el agua en ese entorno de negOCIO. De repente sumamos sin calculadora, exactamente igual que cuando recogemos los billetes de nuestro cajero automático para saber si esa máquina nos ha engañado. El mazo de billetes te hace sentir un campeón aunque enfrente tuya tengas a tu amigo en la realidad sufriendo por tener que pagar la usura.
Por suerte todo lo anterior es sólo un juego de mesa. Por desgracia ese juego es un plagio de las reglas del juego neoliberal. ¿Quieres seguir jugando?
No hay comentarios:
Publicar un comentario