lunes, 8 de noviembre de 2010

Desviadas

Desviadas

    
Podemos establecer una relación entre fracaso social y desviación.  Es un desviado social aquel que no haya podido cumplir con los objetivos que la sociedad le impone, que no se puede identificar con aquel tópico que requiere alcanzar una determinada posición económica y social, y que si no se ha cumplido automáticamente se pasa a ser parte de los “fracasados sociales”. Podría aclarar un poco más este asunto, pero en esta ocasión no me compete, esto es sólo un pretexto. Quiero hablarles de otra cosa.
Entonces, un hombre que incumple los requerimientos sociales de triunfo en la vida (probablemente en su mayor parte económicos) podrá ser un desviado.  ¿Y una mujer? Buena pregunta. Durante años el matrimonio y los hijos se consideraron los objetivos de una mujer, si no se casaba y no se tenían hijos ya se podía considerar un fracaso de mujer. Pero para ello primero era un requisito gustarle a un tipo, de esta manera él se casaría con ella y así la sociedad ya no la consideraría una “solterona”. Pero claro, para conseguir ese fin tenía que haber un medio que permitiese llegar a él. De esta manera, una mujer debía ser guapa para agradar a un hombre; ser guapa era un medio para conseguir un fin: casarse. Las décadas han pasado y quizá ahora no convendría hablar sólo de casarse y de tener hijos, quizá sí podríamos hacerlo de lo que significa en nuestras sociedades  ligar o simplemente enrollarse con alguien, digamos, “un momento”. Pero últimamente nos hemos dado cuenta de  que, felizmente, hemos comprendido que existe el divorcio, que se puede calcular el número de hijxs, que hay  muchos países que contemplan el aborto libre y en condiciones, que podemos decidir sobre nuestros cuerpos, entre otras cosas. El problema es que esa decisión sobre nuestros cuerpos no está completa: aún deciden muchas veces por nosotras, y lo que es peor, nos inducen a maltratar nuestros cuerpos en pro de un ideal que nunca alcanzaremos: nos cuentan el cuento de que siendo bellas y guapas lograremos lo que queremos y estaremos realizadas. Nos meten por los ojos prototipos hegemónicos de belleza occidental terriblemente agobiantes, nos dicen que alimentando ese consumismo puro y duro que está implícito en la búsqueda de aquel ideal de belleza estaremos “realizadas”.  Al centro del asunto: si un hombre se considera un fracasado social cuando no ha obtenido los requerimientos económicos impuestos socialmente,  una mujer que no es lo que esta sociedad considera como guapa y atractiva es una “fracasada social”, vamos, una desviada. Así, lo que antes era un medio para conseguir un fin se ha vuelto ahora el fin en sí mismo. Ahora esta es la realidad. No importa si a parte de fea o bella poseemos otras características, todo lo demás son o puntos a favor o puntos en contra, lo importante es ser guapa. Nuestro fracaso, aunque va de la mano del fracaso en términos económicos, es ser feas; nuestro fracaso es no ser lo suficientemente guapas como para agradarle a un tipo; nuestro fracaso es no estar maquilladas, no estar vestidas adecuadamente, no ser delgadas, no estar operadas, no tener la cara o el cuerpo perfecto. Nuestro fracaso se reduce a hacerle cosas a nuestro cuerpo para agradarle a un tipo. ¡Y que no nos cuenten el cuento de que  todo  lo que nos hagamos para ser “bellas” nos traerá seguridad y hará de nosotras las super woman, porque es mentira! Seguridad es lo que le trae a las arcas del mercado de la belleza y la estupidez. Nuestro fracaso se reduce a esto. Somos unas desviadas. Lamentable.


 

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