viernes, 19 de noviembre de 2010

Basta de pervertir nuestro espacio público!!

Basta de pervertir nuestro espacio público!!

Es responsabilidad del politólogo comprometido con la mejora del funcionamiento del sistema político poner el grito en el cielo ante semejante perversión del espacio público. Sencillamente, no lo debemos tolerar, estas prácticas caen unos metros más allá del núcleo deontológico de esta profesión. En efecto, a las no muy afortunadas declaraciones que Felipe González realizaba recientemente acerca de sus dudas sobre haber o no volado la cúpula de ETA cuando tuvo la oportunidad, le ha seguido una retahila de reacciones y contrarreacciones desde algunos partidos políticos. Por un lado, algunos partidos como el propio Partido Socialista o Convergència i Unió contuvieron las polémicas declaraciones fuera del espacio público, mientras partidos como Izquierda Unida o Esquerra Republicana de Catalunya elevaron esas declaraciones a asunto de relevancia pública, haciendo una grandilocuente defensa del Estado de Derecho. La necesidad de hacerse con el poder llevó al Partido Popular más allá en su acción, zurciendo con dureza el asunto en la esfera pública mediante la acusación a González de haber reconocido responsabilidades en el terorismo de Estado, para acto seguido cargar contra las opiniones frente a estas acusaciones de sus oponentes políticos actuales. Su perfeccionada estrategia de márketing político, calcada de la empresa privada, muestra un respeto nulo por un elemento sagrado en la política: el espacio público.
Esta esfera se erige como el lugar de intercambio más importante entre los representantes y los representados, en el que se determina la res publica. Es aquí donde se trasladan las demandas de los ciudadanos, para ser recogidas por los encargados de elaborar las políticas públicas. Pero también es un espacio, no lo olvidemos, que brinda la oportunidad a los opositores políticos de poner de manifiesto fallos, alternativas y aciertos de las políticas del Gobierno (aunque esto de reconocer los aciertos pueda generar una comprensible extrañeza en el Estado español), generando un debate sobre asuntos de relevancia pública. Este concepto de relevancia pública no deja de ser difuso, moldeado por élites, crisis, valores, catástrofes, desarrollo científico o eventos internacionales. Para ser relevante un asunto debe desde luego tener un impacto en la vida de los ciudadanos y generar demandas al sistema político. El Partido Popular, desde su privilegiada posición de influencia como principal partido de la oposición, atrae una gran atención de medios de comunicación. Éstos trasladarán indefectiblemente su estrategia de márketing electoral a la esfera pública. Señores estrategos, no todo vale en política. El espacio público no es un instrumento rendido al servicio de las campañas publicitarias. Por supuesto puede y debe utilizarse para la crítica a las políticas del Gobierno, siempre que la oposición lo estime conveniente para el ciudadano. Pero nunca debe perder de vista que se trata de un espacio donde se deciden los asuntos de relevancia pública, que determinarán los procesos de toma de decisiones colectivas que posteriormente afectarán a las vidas de los ciudadanos. Trasladar a los ciudadanos lo que opina cada fuerza política sobre unas declaraciones que hizo un ex-presidente acerca de un caso ya juzgado no tiene relevancia pública. No la tenía por definición el asunto, pero además así se demuestra en sus declaraciones, que oscilan entre la incuestionable defensa del Estado de Derecho y la omisión del espacio público. 
Nos hallamos ante un anquilosamiento en valores predemocráticos que no conciben la competición política como un servicio al ciudadano, sino como una lucha de poder donde la victoria es lo más importante, en detrimento del servicio público. Es lamentable reflexionar sobre la bajeza de los publicistas y la aquiescencia de una gran parte de la clase política española, la perversión de este sagrado espacio público que es, en democracia, un instrumento ante todo al servicio del ciudadano, y desde luego no al servicio de una estrategia de desgaste con un tema tan irrelevante que ensucia cuando se expone con tal fuerza en el espacio público.

No hay comentarios:

Publicar un comentario