sábado, 18 de diciembre de 2010

“Claro que quiero ser Funcionario ¿Hay algo mejor?”

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Así me llama la atención el artículo de uno de los periódicos digitales a los que uno llega a parar navegando por Internet, deslizándose de web en web. Soy palabras de un joven ya licenciado que, sin especificar o no su suerte en esta crisis, afirma y reconoce con orgullo lo que titula el artículo: Si, quiero ser Funcionario.
Siempre me pregunté si será que es porque me crié en otro sitio, será porque mi educación fue distinta, porque nunca he creído en los esquemas, porque mi posible rareza haga que la incertidumbre del futuro sea lo que me tranquiliza… la cosa es que, sin saber muy bien el por qué, siempre me resulto muy triste comprobar que la mayor aspiración de muchos jóvenes sea encontrar un trabajo de por vida y embarcarse en una hipoteca para poder tener una casa que ate. Al llegar de nuevo a España, con unos 12 años, mi incertidumbre fue inmensa al encontrarme con dichas aspiraciones generales. Según ‘estudios’ (desconocida procedencia) reflejados en el artículo, la capacidad para emprender es inferior que la media europea, señalando que ni siquiera los estudiantes de empresariales tienen en mente abrir su propio negocio, sus aspiraciones: trabajar en la gran empresa privada o aprobar una oposición. Y yo que sigo pensando en ‘comerme el mundo’…
Y a esta situación se llego con pequeños cambios culturales,que, como indica Marc Vidal en dicho articulo, han dejado a la sociedad en elacomodamiento social y el miedo al fracaso, vivimos en una especie de sofá social que os invita a no movernos mucho para lograr cosas pues estas vienen muchas veces por sí solas. Esto es peligroso, adormece a la sociedad y la aleja de los retos. Que trabajos como el de funcionario dan una estabilidad social ‘necesaria’ ante un sistema de mercado cruel,(sobre todo en tiempos de crisis), no es una cosa que niegue y, cabe decirlo, podría lograr a entender que es la opción de muchos. De muchos a partir de los 30 o más, podría decir. Sin embargo, no logro entender que esa misma mentalidad sea la de jóvenes universitarios y, aún menos, la de niños de 12 años… ¿y la supuesta vitalidad de la juventud? ¿y las ganas de cambiarlo todo? ¿y la rebeldía ante lo que supone la misma vida  que los padres? Los jóvenes que piensan en ser funcionarios lo buscan por el efecto tranquilidad y para dejar de preocuparse de por vida. Eso convierte la función pública en un escenario lleno de personas con poco espíritu emprendedor y por derivación, con poco espíritu crítico e innovador.Producimos lo que será más adelante nuestro motivo de queja y desesperación: el ‘vuelva usted mañana’ de Larra seguirá siendo actualidad.
Aunque todos sepamos que, si la suerte nos acompaña, acabaremos en un trabajo fijo, que nos de seguridad y estabilidad, un trabajo que querremos encontrar, no debemos aspirar a eso desde la infancia, no debe ser nuestra mayor aspiración en la vida… pues entonces ¿a qué se reduciría la misma? Los niños tienen que querer viajar cuál Phileas Fogg, convertirse en héroes mundiales, ser nómadas, pensar en salvar el mundo, las ballenas, los árboles o lo que venga en gana a cada uno… hasta una edad, por no decir la vida entera, hay que aspirar a comerse el mundo, aunque la ‘realidad’ nos demuestre lo contrario. Me niego a cerrar mi futuro con 21 años, me niego ahora a tener ‘algo de por vida’ y me encanta esa incertidumbre en la que cualquier cosa podría ser posible.

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