viernes, 17 de diciembre de 2010

Consumismo político (María Antonia "Esteban" y sus muñecos)

Consumismo político (María Antonia "Esteban" y sus muñecos)


Cuando era todavía un niño, narrando partidos a las chapas, ya tenía muy claro que quería cantar los goles como Hector del Mar. La adolescencia hizo de las suyas y ya al final de ella entré en la facultad de ciencias de la desinformación. Allí comencé a tomarme demasiado en serio el teatro de la política y cambié la vocación de los goles radiofónicos por algo mucho más tranquilo e "interesante"... ser tertuliano.

No, evidentemente no quería ser un nuevo padre de la Iglesia con altas dotes retóricas como lo fue el susodicho en el siglo III. Lo que veía con buenos ojos era ser uno de esos que entran en la radio desde su cama desecha a través de la línea RDSI de su casa. Además, no sería necesario madrugar demasiado, ya que bastaría con leer las principales ediciones digitales de los periódicos digitales más importantes (La Razón y 20minutos incluidos) y acompañar el trabajo con un zumo de naranja recién exprimido por la asistenta sin papeles. Con hablar de todo un poco y con lenguaje políticamente correcto bastaría. Después, a eso de las 11 de la mañana, escribiría mi columnita y todo el día para mi. Y los días con trabajo extra, un taxi me recogería en la puerta de mi casa para llevarme a cualquiera de los platós televisivos que pisaría frecuentemente.

Lástima que volví a toparme con la precariedad del periodismo deportivo. Me despistó justo en la fase clave en la que debía hacer algún master sobre política en general para poder aspirar a uno de esos puestos privilegiados. Y cuando digo privilegiados sé porque lo digo. Un señor mayor que lidera a los periodistas madrileños nos comentó un día lo que ganaba la ex directora de informativos de rtve, "la Esteban" de la política, por una noche en La Noria. La cifra triplicaba mi beca mensual con tan sólo media horita...

Actualmente, los "tertulianos" acaparan todo. No dejan franja horaria para pensar por uno mismo, sin contaminación acústica ni ideológica. Antes de acostarse hay 3 tertulias en radio y otras 3 en televisión. Cuando te levantas, los mismos que hablaban al cerrar el ojo te acosan junto al despertador. Sólo puedes apagar rápido o inmediatamente emputecerte por la gravedad de los efectos de sus comentarios. Las consecuencias las veo en mi casa o incluso en los amigos. Monopolizan sus opiniones, marcan los temas prioritarios de nuestra conversación. Les considero pieza clave del sistema ya que sin ellos la gente tendría que ingeniarselas creándose sus propias ideas e inquietudes y no comprando las del que habla mejor. Es consumismo político porque la gente compra opiniones políticas de manera inconsciente e impulsiva día y noche. Estoy convencido de que sin las tertulias mediáticas hablarían más libre con su gente y llegarían a conclusiones diametralmente opuestas que las que les "acercan" hoy. 

Ahora, con el culo morado de la patada que me dieron los de la prensa deportiva, sé que ni mis ideas, ni mi conciencia, ni mi curriculum, mucho menos mi agenda, me ayudarán a conseguir ser un tipo de éstos. Una pena, la verdad. Trataré de reciclar mis sueños y me conformaré con ser un simple funcionario...

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