“La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, sino por la curiosidad que almacena” (Salvador Paniker).
UNA CURIOSIDAD:
Como ya escribí en su día, en resumidas cuentas, ser científico es ser niño pues, en esencia, se trata de indagar y descubrir el mundo desde la curiosidad preguntándose el porqué de las cosas, por lo que se recupera la fase infantil de mamá/papá ¿por qué esto?, ¿por qué lo otro?, ¿por qué aquello?
En la fase de documentación y escritura que estoy realizando, junto a mi grupo, para el trabajo de la asignatura (S.E.M.), he dado a parar con una curiosidad que ha llamado mucho mi atención, sobre todo por la insistencia del profesor Roberto a la hora de animar a nuestras voluntades en base a nuestra igualdad de inteligencia, pues lo que nos diferencia es, precisamente, la motivación, la voluntad. Pues bien, científicamente se puede asegurar que este argumento es una tautología, es decir, no se equivoca porque no acierta, por tanto, es un argumento propio del campo de la filosofía pero, como digo, tiene su razón científica.
Me explico… He tenido que documentarme acerca del funcionamiento del organismo humano para saber cuáles son los perjuicios que producen las drogas en quien las consume. El hecho es que las neuronas, que constituyen la esencia del cerebro, se interconectan entre sí (a través de las Terminaciones del Axón de la primera y de las Dendritas de la segunda) tras recibir impulsos químico-eléctricos (por así decirlo). Estas interconexiones reciben el nombre de Sinapsis, las cuales conducen la información cognitiva (captada del exterior) a la región cerebral pertinente y facilitan el envío de las órdenes a los efectores para que ejecuten la acción en base a lo percibido.
En muy resumidas cuentas, puede entenderse a la sinapsis como el resultado material de la voluntad pues, en esencia, es el resultado final de las nuevas informaciones/conocimientos que se almacenan en el cerebro. De tal manera que a más información más sinapsis, y a más sinapsis más inteligencia. Dicho de otro modo: a más voluntad más conocimiento, a más conocimiento más sinapsis, y a más sinapsis más inteligencia.
Pero la gran curiosidad no es ésta (que ya de por sí podría serlo), sino lo que sucedió con el cerebro de Albert Einstein (1879-1955).
Tras su muerte, se estudió su cerebro: primero se le pesó y se vio que su peso estaba dentro de la media (1,3Kg) y luego se vio en él el gran número de sinapsis, lo que marcaba la diferencia entre su cerebro al de cualquier otro. Por lo que su incuestionable gran inteligencia se desarrolló en base a sus inquietudes, curiosidades, ganas de conocer y explicar el mundo, en resumidas cuentas, a su voluntad de saber.
A mí todo esto me ha parecido muy curioso y, como digo, si bien somos todos iguales de inteligentes, es evidente que cuanta más información almacenemos en nuestros cerebros empujados por nuestras voluntades, más inteligentes nos volvemos.
Ya se sabe lo que se dice, nunca te acostarás sin saber una cosa más… o mejor dicho, nunca te acostarás sin tener una sinapsis más (jajaja, festival del humor… me parto).
No hay comentarios:
Publicar un comentario