viernes, 17 de diciembre de 2010

La Silla del Águila, de Carlos Fuentes.

La Silla del Águila, de Carlos Fuentes.


El libro que he elegido es La Silla del Águila (2003), escrito por Carlos Fuentes. Se trata de un drama enriquecido en mucho por la ficción pero que no deja al mismo tiempo de retratar la realidad política de un país, México, cuya democracia imperfecta, como la calificaría Vargas Llosa, es además de un títere, un estorbo.
Una de las conclusiones que extraigo de La Silla del Águila, y con esto regreso a las enseñanzas del Anciano del Portal, uno de los personajes centrales de la novela, es que[…] la lucha del poder destruye lo único que le da sentido al poder, que es crear riqueza para el país en un orden de paz y legalidad[…]. México aún no está preparado para consolidar la pseudodemocracia que ha engendrado. Los levantamientos de ciertos sectores de la sociedad que reclaman justicia, como el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994, han traído la apariencia de avance y democratización, pero hoy por hoy han fracasado.
En las elecciones presidenciales de 2006 México vió a un candidato a la presidencia por el Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador, fuerte y capaz, pero con el repudio enzarzado de una mitad del país. Un opositor que no supo unir al ya de por sí dividido México. Las polémicas elecciones le dieron la victoria al Partido Acción Nacional, y hoy en día tenemos un presidente que se piensa autoritario liderando a un país convulsionado, violentado, que desconoce sus potenciales porque además, está mal desarrollado en aspectos fundamentales como lo es el de la educación.
A mi parecer, la novela saca a la luz el debate de la necesidad de “salvar” a México, concluyo que la salvación sólo puede darse a través de una reforma de las instituciones y de sus instrumentos de poder. Sólo reformándolas de raíz se podrá cultivar e impulsar una verdadera “revolución humanista”, como lo llamaría Jesús Reyes Heroles.
No obstante los que así deseamos el verdadero cambio tampoco podemos olvidar que"el México más bárbaro nomás dormita pero no se muere nunca y despierta bronco a la menor provocación". La insurrección de los rebeldes termina siempre en fatalidad.
Espero, como esperan los mexicanos del 2020 y los de hoy, a un líder con buen juicio, prudencia y que haga un uso mesurado pero irrevocable de la fuerza para eliminar las fatales desviaciones de la sociedad mexicana.
Conocemos a un México devastado, condenado a padecer el ejercicio de poder de los espurios, un país de excesos y carencias en donde se unen la pasividad ciudadana y la ineptitud de los gobiernos. La narrativa de Carlos Fuentes, fundamental en una coyuntura como la nuestra, simboliza un acercamiento a esa construcción de un país mejor.

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