viernes, 3 de diciembre de 2010

... en vías alternativas

... en vías alternativas.

Por un proceso tan utópico como necesario

Los más necesitados son los menos ayudados en el sistema financiero operante. En un intento de acabar con este sistema de “rebeneficio” de los ya beneficiados, muchos son los planteamiento alternativos que imaginan un mundo mejor.
A modo de ejemplo, el gobierno mexicano debatía un proyecto el pasado 2009 en Jalisco. Se trataba de un esquema financiero que aportaba recursos a los más pobres. Así, los no susceptibles de créditos bancarios serían los primeros en recibir los préstamos.
El proceso se aleja de la privatización de beneficios con una lógica más productiva y solidaria “Los productores firman un papelito, el Gobierno pone algo de lana y en lugar de que te lo gastes en el consumo diario hacemos un sistema de riego que beneficie a toda esta zona” explicaba el Poder Ejecutivo.
En efecto, este modelo se basaba en el denominado como “Banco de los pobres”, desarrollado por el catedrático en economía y Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus.

La teoría económica convencional no resuelve los conflictos en Bangladesh, uno de los países más pobres y densamente poblado. Esta fue la observación de Muhammad Yunus sobre la pobreza extrema en su país. A partir de ahí, puso en marcha un proyecto basado en una economía social que contribuyera al desarrollo colectivo. Presentó en Bangladesh en 1976 una nueva fórmula de financiación, los microcréditos. Estos se presentan bajo el formato de un banco constituido desde 1983, el Grameen Bank. Se trata de una propuesta desafiante en muchos sentido porque la reducción de la pobreza “no es cuestión de recursos, sino de voluntad”. Pero Muhammad Yunus se describe no tanto como el Banquero de los pobres sino como el de las mujeres pobres, de las que subraya su mayor fiabilidad y responsabilidad. Además, para los "socios" del banco también hay otros servicios como préstamos para los estudios de los hijos o becas universitarias.

Los resultados son muy satisfactorios, las cifras apoyan a Yunus. La tasa de impagos es prácticamente nula. Y, salvo en tres de los ejercicios, Grameen Bank ha tenido siempre beneficios anuales. Reinvertidos en el mismo banco, este no ha dejado de crecer. Grameen, “aldea” en bengalí, posee en la actualidad más de 2.000 sucursales en 70.000 aldeas. El fenómeno del microcrédito se ha extendido a más de 100 millones de personas en 130 países.

El proceso se presenta tan solidario como eficaz. Grameen Bank presta 25 euros a una mujer pobre. Esta no garantiza de manera escrita el poder devolver el dinero ni los bajos intereses. Pero el banco posee dos elementos claves. El honor de la propia mujer y un sistema basado en un “equipo” formado por cinco mujeres que se asesora y vigila. Con el préstamo, la mujer puede subsistir pero también comenzar a producir. Con los 25 euros la mujer compraría gallinas para vender sus huevos. Con ello pagaría su deuda al banco que, si lo solicita, le daría un préstamo mayor. Con este podría optimizar sus recursos y productos. Los nuevos beneficios pagarían de nuevo al banco y ella podría recibir un préstamo mayor. Así de manera sucesiva.

En efecto, las teorías utópicas de Muhammad Yunus dejan de serlo gracias a su credibilidad ganada a pulso. Destaca el éxito de su fórmula en las circunstancias más extremas con Bangladesh como laboratorio. El tipo de capitalismo que proclama no tiene como misión obtener beneficios sino ayudar a los más necesitados.

La idea de que “podemos crear un mundo libre de pobreza”encabeza todos sus discursos. Muhammad Yunus empuja a reflexiones tanto económicas como sociales. Busca el acercamiento a la realidad para comprender que lo esencial es confiar en quienes menos tienen.
La globalización no puede presentarse como pretexto para un imperialismo financiero. La pobreza es una agresión a los derechos humanos y una amenaza para la paz. Por eso, su principal crítica es contra el sistema educativo ajeno a la realidad. La educación debería buscar “ampliar las visiones del mundo, enseñar a pensar y a comprender para poder prosperar”. Y es que la economía social subraya la rentabilidad en ayudar a los demás. Se trata de un negocio rentable que trae consigo una mejora del mundo en el que vivimos. Porque, como señaló el jurado del Premio Nobel, "El desarrollo desde abajo hace que la democracia gane posiciones".


Laura.

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