miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA RESISTENCIA DE ERNESTO SABATO

LA RESISTENCIA DE ERNESTO SABATO
El comentario hacia este libro ha sido motivo, de la lectura que hizo el profesor Roberto Carballo sobre unos párrafos del mismo, como viene haciendo  habitual todos los lunes y martes de la asignatura Sistema Económico Mundial, el profesor nos regala algunas líneas sobre diferentes lecturas, y debo admitir que el día que nos leyó sobre “La Resistencia”, entro en mi un deseo de hacerme con este libro, empecé a leerlo esa misma semana pero por diferentes  motivos no llegue a terminarlo. Cuando nos propusieron entre una lista de libros en cual estaba este, mi remordimiento al no haber terminado esta gran lectura hicieron volver a empezar con una mirada más entusiasta a leer el libro. 
El libro contiene seis apartados, los cuales cada uno de ello los titula: primera carta, segunda carta… así hasta la quinta carta para después terminar con un apartado llamado epilogo: la decisión y la muerte. Comentare cada uno de estos.
• Primera carta: lo pequeño y lo grande.
Este primer escrito Ernesto Sabato tiene un sentimiento de que las posibilidades de una vida más humana están a nuestro alcance y por ello también la necesidad de poder transmitir ese sentimiento que le invade, así comienza el libro, con la reflexión que hace a los lectores de de la esperanza de  que todavía se pude conseguir si empezamos a valorar la vida de otra manera. Valores que él llama del espíritu que todavía están ahí aun siendo conscientes de la amenaza  de la condición humana.
A medida que nos realizamos de manera más abstracta, más nos alejamos del corazón de las cosas y una indiferencia metafísica se adueña de nosotros mientras toman poder entidades sin sangre ni nombres propios.
La televisión hace que quedemos como prendados de ella, y hace que nos cueste abandonarla y perdemos la capacidad para mirar y ver lo cotidiano.
Recoge la frase de Marx modificándola y diciendo “la televisión es el opio del pueblo”, ya que uno va quedando aletargado delante de la pantalla y aunque no encuentre nada de lo que busca, lo mismo se queda ahí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno. Nos quita las ganas de trabajar en alguna artesanía, leer un libro, o ir al bar con algún amigo o conversar con los suyos. Es algo a lo que nos acostumbramos como a falta de algo mejor.
Sabato recoge muy bien esta idea, diciendo que el estar sentado frente al televisor anestesia la sensibilidad, hace lenta la mente, perjudica el alma.
La presencia de un hombre se expresa en el arreglo de una mesa, en unos discos apilados, en un libro, en un juguete. El contacto con cualquier obra humana evoca en nosotros la vida del otro, deja huella a su paso que nos inclina a reconocerlo y a encontrarlo. Pero si vivimos como autómatas seremos ciegos a las huellas que los hombres nos van dejando.
La medicina es una de las aéreas donde puede verse una contra ola que golpea esta trágica creencia en la abstracción. Una enfermedad  es quizás en la ruptura entre su propio  soma y su medio físico y cultural, que puede ser provocada por un impulso sometico y otras por  un impulso anímico, espiritual o social. Sabato considera que enfermedades modernas como el cáncer pueden ser debidas al desequilibrio que la técnica y la sociedad moderna han producido entre el hombree y su medio. ¿El cáncer no es acaso un cierto tipo de crecimiento desmesurado y vertiginoso?
Cambios mesologicos provocaron la desaparición de especies enteras y así como los grandes reptiles no pudieron sobrevivir a las transformaciones que ocurrieron al final del periodo mesozoico, podría suceder que la especie humana fuese incapaz de soportar los catastróficos cambios del mundo contemporáneo. El hombre no ha tenido tiempo para adaptarse a las transformaciones que su técnica y su sociedad van produciendo a su alrededor y Sabato afirma que las enfermedades modernas son los medios de que se está valiendo el cosmos para sacudir a esta orgullosa especie humana.
En las páginas siguientes Ernesto  Sabato nos habla de la fidelidad y la traición, a la que el hombre tiene el sentimiento como un destino de cumplir. Pero ese destino no es como fatalidad. Sabato cree que la libertad nos fue destinada para cumplir una misión en la vida, y sin libertad nada vale la pena.
En este primer capítulo el escritor finaliza con estas frases: “que admirable es a pesar de todo que el ser humano, esa cosa tan pequeña y transitoria, tan reiteradamente apalatada por terremotos y guerras, tan cruelmente puesta a prueba por los incendios y naufragios y pestes y muertes de hijos y padres. Sí, tengo una esperanza demencial, ligada , paradójicamente a nuestra actual pobreza existencial y al deseo, que descubro en muchas miradas, de que algo grande puede consagrarnos a cuidar afanosamente la tierra en la que vivimos” .
“Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de las personas, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad de un infinito, pero humano a nuestra vidas”.
• Segunda Cara: los Antiguos valores
Su segundo escrito Ernesto Sabato se encuentra en la antigua ciudad de Salta, sentado en la plaza “volvieron mis obsesiones de siempre” así comienza esa nueva carta.
Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y comunitarios y sobre aquéllos que no tienen valor en dinero sino en belleza. Sabato recuerda cuando era niño, aun se mantenían valores que hacían del nacimiento, el amor, la adolescencia, la muerte un ceremonial bello y profundo. El tiempo de la vida no era el de la prisa de los relojes sino que aun guardaba espacio para los momentos sagrados y para los grandes rituales.
Había épocas buenas y épocas calamitosas, pero dependan de la naturaleza, de las cosechas; el hombre no sentía que debía obrar siempre y en cualquier momento para controlar el acontecer. Ahora la humanidad carece de ocio, en buena parte porque nos hemos acostumbrado a medir tiempo en modos de producción.
La vida de los hombres se contaba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la adversidad. Estos grandes valores como la honestidad, el honor, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.
Otro valor perdido es la vergüenza, como dice el autor hay en día uno puede encontrar, con amplia sonrisa, a cualquier sujeto acusado de las peores corrupciones. En otro tiempo su familias se hubiera enclaustrado, pero ahora todo es lo mismo y algunos programas de televisión los llevan y los tratan como a un señor.
Sabato resalta el valor que se daba antes a las palabras, de ninguna manera era un arma para justificar los hechos. Hoy todas las interpretaciones son validas y las palabras sirven más para descargarnos de nuestros actos que para responder por ellos.
Cuando la cantidad de culturas relativizas los valores y la “globalización” aplasta con su poder y los impone una uniformidad arrogante, el ser humano, en su desconcierto pierde el sentido de los valores y de sí mismo y ya no sabe en quizás o en que creer.
Al sobrevalorarse lo racional, fue desestimado todo aquello que la lógica no lograba explicar. Pero claro está que los grandes valores que hacen la condición humana como la verdad, solidaridad o coraje no se pueden explicar. El mito al igual que el arte, expresa un tipo de realidad del único modo en que puede ser expresada.
El mayor empobrecimiento de una cultura es ese momento en que un mito empieza a definirse popularmente como una falsedad. Como al desmoronarse los cimiento de una casa, las sociedades comienzan a precipitarse cuando sus mitos pierden toda su riqueza y su valor.
El sentimiento de orfandad tan presente en este tiempo se debe a la caída de los valores compartidos y sagrados. Es necesario advertir que muchos de esos valores eran respetados porque no se vislumbraba otra manera de vivir. El conocimiento de otras culturas otorga la perspectiva necesaria para mirar desde otro lugar, para agregar otra dimensión y otra salida a la vida. La humanidad está cayendo en una globalización que no tiende a unir culturas, sino a imponer sobre ellas el único patrón que les permite quedar dentro del sistema mundial. Sabato tiene la esperanza de que el hombre vuelva a encontrar los valores trascendentes eligiéndolos con una libertad a la que este tiempo, providenamente le este enfrentando.
“…milagro es que el amor permanezca y que todavía corran los ríos cuando hemos talado los arboles de la tierra”
• Tercera carta: entre el bien y el mal.
En esta tercera carta Sabato comienza su escrito recordando a  su madre. Entre lo que deseamos vivir y el intrascendente ajetreo en que sucede la mayor parte de la vida se abre una cuña en el alma que separa el hombre de la felicidad como el exiliado de su tierra. Sabato nos dice que es urgente encarar una educación diferente, enseñar que vivimos en una tierra que debemos cuidar, que dependemos del agua, del aire, de los arboles, de los pájaros y de todos los seres vivientes y que cualquier daño que hagamos en este universo grandioso perjudicara la vida futura y puede llegar a destruirla.
La búsqueda de una vida más humana debe comenzar con la educación. Por eso es grave que los niños pase horas atontados delante de la televisión, asimilando todo tipo de violaciones o dedicados a esos juegos que permiten la destrucción. El niño puede aprender a valorar lo que es bueno y no caer en lo que lo es inducido por el ambiente y los medios de comunicación.
Debemos comprender que la primera huella que la escuela y la televisión imprimen en el alma del chico es la competencia, la victoria sobre sus compañeros y el más enfático individualismo, ser el ganador.
Sabato cree que la educación que damos a los hijos procrea el mal porque lo enseña como bien, una educación que como base tuene el individualismo y la competencia. La educación no está independizado del poder y por lo tanto encauza su tarea hacia la formación de gente adecuada a las demandas del sistema. Estos es un sentido inevitable porque de lo contario formaría a magnificar  “desocupados”. Pero si esto no se contrabalancea con una educación que muestre lo que está pasando y a la vez promueva el desarrollo al desarrollo de las facultades que están deteriorándose, lo perdido será el ser humano.
El alma del hombre está suspendida entre el anhelo del bien y la inclinación del mal. Las grandes religiones solo preconizan el bien, sino que ordenan hacerlo, lo que prueba la constante presencia del mal. La vida es un equilibrio tremendo entre el ángel y la bestia. No podemos hablar del hombre como si fuera un ángel y no debemos hacerlo. Pero tampoco como si fuera una bestia, porque el hombre es capaz de as peores atrocidades pero también de las más grandes y puros heroísmos.
“el ser humano no podrá sobrevivir sin héroes, santos y mártires porque el amor , como el verdadero actor creador es siempre la victoria sobre el mal. “
• Cuarta carta: los valores de la comunidad
Asistimos a una quiebra total de la cultura occidental. El mundo cruje y amenaza con derrumbarse, ese mundo que para mayor ironía es el resultado de la voluntad del hombre, de su prometeico intento de dominación.
A cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza vente o treinta empresas , como una salvaje animal totalitario, lo tienen en sus garras . Continentes en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vidas asombrosas a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia medica, sin educación. La masificación ha hecho estragos, ya es difícil encontrar originalidad en las personas y un idéntico proceso se cumpla en los pueblos, es la llamada  globalización.
Habrá una crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y en la explotación del hombre .para la obtención del dinero, han sido validos todos los medios. Esta búsqueda de la riqueza no ha sido llevada adelante para todos, como país, como comunidad; no se ha trabajo en un sentimiento histórico y de fidelidad de la tierra.
La degradación de los tribunales en la justicia provoca la sensación de que la democracia es un sistema incapaz de investigar y condenar a los culpables
Debemos exigir que los gobiernos vuelquen todas sus energías para que el poder adquiera la forma de la solidaridad, que promueva y estimule los acotos libres, poniéndose al servicio del bien común, que no se entiende como la suma de los egoísmos individuales, sino que es el supremo bien de una comunidad. Debemos hacer surgir, un modo de convivir y de pensar, que respete hasta las más hondas diferencias.
Tampoco podemos vivir comunitariamente cuando todos los vínculos se basan en la competencia, la competencia es una guerra no armada que tiene como base un individualismo que nos separa de los demás, contra quienes combatimos.
• Quinta carta: La Resistencia.
Comienza su escrito escribiendo con letras mayúsculas LO PEOR ES EL VERTIGO, Sabato nos señala que lo propio del vértigo es el miedo, el hombre adquiere un comportamiento de autómata, ya no es responsable , ya no es libre, ni reconoce a los demás. El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si vive como autómata será aniquilado. La serenidad, una cierta lentitud, es tan inseparable de la vida del hombre como el suceder de las estaciones lo es de las plantas o del nacimiento de los niños.
En el vértigo todo es terrible y desaparece el dialogo entre las personas. La pérdida del dialogo ahora el compromiso que nace entre las personas y que puede hacer del propio miedo un dinamismo que lo venza y les otorgue una mayor libertad. Pero el problema es que la gran mayoría no quiere la libertad, le teme. El miedo es un síntoma de nuestro tiempo. El lema de Sabato es resistir, pero el problema es como encarnar esta palabra, antes cuando la vida era menos dura, Sabato entendía por resistir un acto heroico pero la pregunta que nos hace es ¿se le puede pedir a la gente del vértigo que se rebele? Pero claro la situación ha cambiado tanto que se debe revalorar lo que entendemos por resistir,  Ernesto Sabato no nos da la respuesta pero nos dice que es algo menos formidable, más pequeño, como la fe en un milagro.
La tragedia del verito:
-La soledad de la persona
-la desvalorización de si mismo que siente el hombre y que conforma el paso previo al sometimiento y a la masificación.
El autor considera que si a pesar del miedo que nos paraliza volviéramos a tener fe en el hombre, podríamos vencer el miedo que nos paraliza.
Debemos de hacer novedad respecto de lo que estamos viviendo y la creación solo surge en la libertad y está estrechamente ligada al sentido de la responsabilidad, es el poder que vence al miedo.
El ser humano solo se salvara si pone su vida en riesgo por el otro hombre, por su prójimo o su vecino, por los chicos abandonados en el frio de las calles. Estos chicos nos pertenecen como hijos y han de ser el primer motivo de nuestras luchas, la más genuina de nuestras vacaciones.
De nuestro compromiso ante la orfandad puede surgir otra manera de vivir, donde el hombre pueda descubrir y crear una existencia diferente.
La historia es el más grande conjunto de aberraciones, guerras, persecuciones, torturas e injusticias, pero a la vez o por eso mismo, millones de hombres y mujeres se sacrifican para cuidar a los más desventurados. Ellos encarnan la resistencia.
“el mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria”
• epilogo: la decisión y la muerte
Ernesto Sabato en el último capítulo del libro comienza con una reflexión; cada hora del hombre es un lugar vivo de nuestra existencia que ocurre una sola vez, incomparable para siempre.
Para Sabato lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones.
Unidos en la entrega a los demás y el deseo absoluto de un  mundo más humano, resistamos. Esto bastara para esperar lo que la vida nos depare.
Los valores son los que nos orientan y presiden las grandes decisiones. Desgraciadamente, por las condiciones inhumanas del trabajo, por educación o por miedo, muchas personas no se atreven a decidir conforme a su vocación, conforme a ese llamado interior que el ser humano escucha en el silencio del alma, tampoco se arriesga a equivocarse varias veces y sin embargo la fidelidad a la vocación, es el fiel de la balanza donde se juega la existencia si uno ha tenido el privilegio de vivir en libertad.
Sabato sabe que a mucha gente le irritara esta carta, el mismo confiesa que la hubiera rechazado hace años cuando confundía resignarse con aceptar. Resignarse es una cobardía, es el sentimiento que justifica el abandono de aquello por lo cual vale la pena luchar, es el respeto x la voluntad del otro sea este un ser humano o destino mismo. No nace del miedo como la resignación, sino que él es más bien un fruto.

2 comentarios:

  1. me parece muy bueno explica todo el libro muy bien

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  2. la obra de Ernesto Sábato es recomendable por que demuestra mayormente el individualismo de cada persona en la vida real

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